miércoles, 18 de diciembre de 2013

EL CASTILLO DEL ESPÍRITU SANTO

© JOSÉ CARLOS GARCÍA RODRÍGUEZ 




Ruinas del Castillo del Espíritu
Santo. Pintura de Manuel García
 y Rodríguez (1914)


La historia del desaparecido castillo del Espíritu Santo ha sido de siempre un tema de interés para los sanluqueños. Por las tarjetas postales de principios del siglo XX conocemos los últimos restos de aquella fortificación situada sobre la punta de igual nombre que sustituyó a un anterior emplazamiento militar que quedara arruinado por el paulatino derrumbe de la barranca sobre la que se asentaba. El nuevo castillo fue un proyecto de mediados del XVIII, levantado en el último tercio de aquel siglo, durante el reinado de Carlos III, para defensa de la embocadura del Guadalquivir. 

La embocadura del río Guadalquivir. Pueden apreciarse en el plano la situación de los castillos  de Santiago,
del Espíritu Santo y de San Salvador.
(Archivo General de Simancas)
        

     El fuerte primitivo, un sencillo baluarte guarnecido con artillería, de planta cuadrada, fue levantado hacia 1588 por iniciativa del VII duque Alonso Pérez de Guzmán para seguridad y guarda de la ribera. Durante más de siglo y medio cumpliría aquel castillo la función para la que fue concebido, hasta que a mediados del siglo XVIII su estado de ruina obligó a proyectar un nuevo baluarte algo más apartado del borde de la barranca azotada y disminuida por las mareas. 


Planta y alzado del primitivo castillo del Espíritu Santo junto al que se levantaría una nueva fortificación en el último tercio
del siglo XVIII.
(Archivo General de Simancas)

     El proyecto del nuevo castillo del Espíritu Santo fue debido a los ingenieros militares Joseph Barnola y Gerónimo Marqueti, quedando ultimados los planos en 1756. Unos años más tarde, en 1770, tras demolerse los restos del fuerte primitivo, la fortificación ya estaba disponible para su uso militar. 


Planta y distribución de la nueva fortificación que habría de sustituir al antiguo
y derruido castillo del Espíritu Santo según el proyecto de
Joseph Barnola y Gerónimo Marqueti.
(Archivo General de Simancas)


     El nuevo castillo del Espíritu Santo, rodeado por un foso y defendido por 13 cañones, disponía de alojamiento para 50 soldados y artilleros, habitaciones para dos oficiales y el gobernador, caballerizas, patio, cobertizo para la artillería, zonas comunes y almacén de pólvora. 


Alzado de la fortificación levantada en el siglo XVIII según el proyecto de Barnola y Marqueti.
(Archivo General de Simancas)

      La vida útil de aquella fortificación  apenas alcanzaría algo más de 40 años.  En enero de 1813, tras la retirada de las tropas francesas que lo habían ocupado, se ordenó su voladura "con objeto de evitar que volviese a servir en nuevas ocasiones de guerra de baluarte al enemigo". La orden, a sugerencia interesada de los entonces aliados ingleses, fue cumplida el 19 de febrero de aquel mismo año. De los restos que quedaron del castillo se ocuparon las mareas que, poco a poco, al tiempo que desgastaban la punta del Espíritu Santo, fueron engullendo las piedras de aquel baluarte de tan triste final. 



Dos vistas de las ruinas del desaparecido castillo del Espíritu Santo a principios del siglo XX. Tomadas de postales de la época.